Sol azul -parte 1-

-PARTE 1-. Enemigos.



El cielo de color rojo estaba. Daba la impresión estar roto por grandes abismos negros con destellos azul marino y purpura.
Los restos de la batalla flotaban delicadamente sobre el contaminado aire olor a hierro, olor a sangre.
Los Kurets atacaban la ciudad de Solemn que, era el último refugio para los humanos americanos. Las estructuras de los edificios se derrumbaban tal como una pila de cartas de póker, parecía ser el final. Era el final.
Las personas… ya no las había, los restos destruidos de estas estaban esparcidos por todas las abruptas calles. Todo había muerto… el mundo había pasado de ser un lugar con un atisbo de fe a ser un  infierno, un mundo abiótico, un mundo perteneciente a los Kurets.

William se agazapó detrás de un auto volcado con un rifle en alto. Su cansado cuerpo estaba a punto de desplomarse, pero algo dentro de él, le gritaba que tenía que seguir o moriría "No pienso morir a manos de esas malditas cosas, no pienso renunciar"
Suspiró y exhaló tan fuerte que, sus pulmones estaban a punto de saltar de su caja torácica. Se incorporó sobre el capó del auto y disparó emitiendo un fuerte gruñido parecido a un gemido, un par de Kurets cayeron muertos al suelo.
-¡Si!- gritó victorioso volviéndose a cubierto.
BAM
Una bala atravesó su muslo derecho, el cadete grito de dolor. Mordió sus propias mejillas con fuerza y apuntó hasta el atacante. Un Kuret se acercaba a su posición de entre una improvisada grieta de edificios destruidos. Su ancho rostro sonreía con crueldad, se sentía dichoso de matar a tal vez el último humano en pie. William no podía mas 'Esto es todo"  pensó con tristeza y rabia. BAM  el estruendo de la bala retumbó en sus oídos, pero aun se sentía vivo, aun lo estaba.
Una hermosa mujer se acercaba con una magnum humeante en sus manos, sonrió muy alegre de verle y él le respondió con una sonrisa similar. La mujer le ofreció su mano
-Me alegra de encontrarte vivo pedazo de Glaym - dijo la mujer. Detrás de ella apareció un hombre alto y de cabello rizado de un color castaño.
-¡Ann! ¡James! Creí que habían muerto- agregó contento William,  sus facciones se suavizaron al encontrarse con sus viejos amigos del ejército.
-Nosotros nunca- Ann miró la herida en su pierna, hizo una mueca de dolor y se inclinó a su lado. Anudó suavemente un pedazo de cuerda relamida sobre el muslo de su amigo herido, y de su bolsillo fingió tomar  una sustancia, que, supuestamente  solo ella y unos cuantos mas poseían, mojó su mano con ella y la colocó en la herida, y esta poco a poco se cerró.
-Esta es la ultima que me resta, asegúrate de que no te hieran otra vez- dijo la mujer dulcemente y William respondió con una sonriente mueca.
William se sintió aliviado de haberse encontrado con ese par. Ahora sabía que podrían salir de ahí, con mas rapidez.
James estaba completamente exhausto pero al pensar que el peso de vengar a su familia y seres queridos estaba sobre sus hombros lo fortalecía, actuaba como su combustible que impulsaba a su oxidado motor, tan desgastado por la batalla.
William tomó pie sintiendo como su herida, de antaño sangrante ahora era nada más que un amargo olvido.
-¿Donde esta Paul?-  preguntó.  
-Tranquilo nos reuniremos con él a 7 km de aquí en Gorlian Park- respondió  Ann quien, se sentía increíblemente bien, pero a pesar de todo, al sentir el pánico correr en el aire le causaba mareos instantáneos y un gran impulso de destruir todo a su alrededor.
-Vámonos antes de que más de esas cosas lleguen- ordenó Ann caminando con la magnum en manos lista para disparar a cualquier cosa que se le cruzara en el camino. Estaba harta de luchar, desde que tenia memoria había luchado para la humanidad y todo lo que había conseguido era más guerra. Terminaría con esta misión y se volaría los sesos, esperando que eso fuera suficiente sabes que no será así   pensó desilusionada.

La única manera de llegar a lo que antes era Gorlian Park era cruzando diversas estructuras irreconocibles de edificios volados en mis pedazos que formaban una enorme y empinada montaña delante de ellos.
-Este es el único camino, andando ancianos- dijo Ann entusiasta.
James ató la M16 detrás de su espalda, lanzó un suspiro parecido a un gruñido cansado, siguiendo los pasos de la joven Ann. Cada vez que sus músculos se estiraban un fuerte dolor recorría sus brazos y piernas. No estaba seguro de si sobreviviría a esto. Pero tenía que intentarlo, los Kuret habían masacrado a su familia, él había conseguido huir aquel terrible día. Ahora los gritos de ayuda de sus hermanos pequeños sonaban en cada grito de un Kuret. Su único objetivo era cobrar venganza, tenían que pagar por lo que habían hecho. No importaba si ganaban o perdían la guerra. Su único interés era egoísta, a pesar que él no lo notaba.
La pierna de William quedó atascada entre los escombros  después de que James estuviera a punto de caerse provocando, así, la caída de escombros hasta la posición de William–Agg- Exclamo desesperado. James no lo había notado y Ann casi llegaba a la cima.
El sonido de disparos se escuchó detrás de ellos. Ann ya en la cima, gritó que una tropa de Kurets se acercaba rápidamente. Ella disparó tratando de buscar alguna barrera decente para cubrir a sus compañeros rezagados.
James se encogió de hombros tratando de librar las balas. Sentía terror, si se movía una bala entraría de lleno en su cabeza, pero, si no lo hacia, también.
-¡Suban, yo los cubro!- Gritó Ann derribando a sus enemigos. Trataba de ignorar la ansiedad que flotaba en su estomago de perder a alguno de ellos dos.
William no lograba liberarse de su prisión. Dio vuelta a su torso y ayudo a Ann a disparar, pero parecían ser demasiados para ellos. El dolor en su pierna era sofocante y de alguna forma afectaba en su visión. No se dio cuenta que un Kuret lo rodeaba y se aproximaba a él con un cuchillo Bowie en manos.
James subía lo más rápido que podía, deteniéndose constantemente en un patético intento de librarse de la muerte. Se sujetó de una saliente de metal e impulsó a otra de concreto. Resbaló. Emitió un grito ahogado y cayó para golpearse contra un coche volcado en la misma pila de escombros. No había caído mucho pero si que le había causado dolor.
-¡James!- gritó Ann furiosa. James hizo una señal con la mano indicando que se encontraba bien. Aprovechó la situación para disparar en contra del ejército enemigo y continuar escalando por la abrupta montaña de restos de lo que antes era la gran ciudad de Solemn.                  
Ann se acuclilló frente a su improvisada barrera, que muy pronto se reduciría a polvo si continuaban disparando en contra de ella. Comprobó las reservas de la magnum y recargó. Su respiración era agitada y su cuerpo cedía ante la inminente sensación de saltar entre todo el alboroto para matar a  los Kurets restantes con tan solo su puño. Se mordió los labios concentrándose en el tibio metal de la magnum, conteniendo ese fuerte impulso. Salió de su escondite y disparó acertando en la cabeza de un par de Kurets.
A lo lejos se escucharon aullidos agudos que erizaron la piel de los tres humanos. Sabían de que se trataba, aquellos chillidos infernales que solo traían problemas.
Si William y James no lograban subir inmediatamente estarían muertos en un instante. Los Kurets rieron y dejaron de disparar esperando la entrada de sus criaturas estrellas. Se escuchó otro aullido aun mas cerca, después  todo quedó en silencio.
-¡Suban!- gritó Ann posando un pie entre los escombros para bajar a por ellos.
El sonido de grandes garras corriendo en el piso de concreto.
Un primer Hacker apareció moviendo bruscamente sus peludas patas. Mostraba sus filosos colmillos y de estos bramaba una viscosidad roja. Afiló sus garras contra el suelo y se lamió los bigotes para agazaparse en contra de los humanos que trataban de escalar la montaña.
Ann disparó al mismo tiempo que halaba del brazo de James.
William aun permanecía atrapado y el Kuret con el cuchillo en manos estaba casi sobre él.
-¡Demonios!- exclamó desesperado tratando de apuntar en contra del deforme humano. Disparó sin acertar y Clic la recamara del arma se había agotado, pero era demasiado tarde. Un disparo, dos, tres, cuatro se escucharon frente a él. El Kuret y un Hacker yacían muertos debajo de su pierna liberada, Ann le había salvado el trasero desde arriba. Pero aun restaban más. Tenia que salir de ahí.
Respiró profundamente, gruñó antes de moverse y tiró de su propia pierna. El dolor era intenso, algo de lo que ya estaba acostumbrado.   Un sonido húmedo se escuchó al liberarse y una pequeña cantidad de sangre salió volando de su pierna hasta el suelo y su húmedo rostro. Escaló como nunca antes lo había hecho. En su entrenamiento rutinario del ejército, el trepar paredes era su peor talento, su talón de Aquiles.
Ann y James, ya en la cima, le cubrían el trasero mientras el escalaba. Los Hacker comenzaron a subir, querían probar un trozo de William. Gruñían anticipadamente victoriosos. Estaban a pocos metros. Cuando William llegara a la cima ellos también lo harían y estarían muertos.
-Cúbreme- dijo Ann a James quien asintió con una mueca desesperada en el rostro.
Dificultosamente Ann, caminó entre el terrero abrupto hasta llegar a una gran viga de metal sepultada entre grandes piedras. Sabía que eran demasiado pesadas para ella, pero los músculos de su cuerpo tendrían que servir de algo. Haló de la viga con fuerza sin dejar de mirar a las criaturas con segundos para alcanzar el tobillo de William. Su cuerpo comenzó a transpirar marcando sus músculos en todo su brazo. El esfuerzo, la impulso hacia atrás. Una vez fuera la viga, las rocas comenzaron a rodar colina abajo llevándose con ellas a casi todos los Hacker.
James tiró de la rota ropa de William ayudándole a subir.
Los tres se miraron satisfechos, sin vacilar bajaron hasta el otro extremo de la montaña alejándose lo mas rápido, que sus cuerpos les permitían, de esa zona.