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La muerte

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Published: Jun 9, 2012

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La madera rechinaba, las ramas del árbol en el jardín rasgaban la ventana cada vez que el viento emitía su agudo chillido. El cuarto olía tan extraño, un olor muy difícil de describir o de soportar, como una fuerte droga que se impregna en tus pulmones y vacía tus recuerdos, olor a cabello y aceite chamuscados, por decir algo. La luz, se ha ido, lentamente el único bombillo fue desvaneciendo su luz, despidiéndose sínicamente para abrir paso al manto de oscuridad que borboteaba de entre el suelo. “Nada, nada va a ocurrir” me dije mientras mi acercaba al halo de luz que entraba por la ventana. Creía estar a salvo ahí, con mis ojos clavados a la oscuridad, que ahora había tomado la habitación. -Cuanto tiempo sin vernos, Tom- una voz áspera se escuchó. -¿Dónde estás?- pregunté. Puse una mano contra el cristal de la ventana y otra sobre mi corazón que taladraba con fuerza mi pecho. -Aquí- -¿Dónde?- -En todas partes- una figura espesa he incoherente se asomó de entre la oscuridad. -No puedo verte- -Claro que puedes, solo que no quieres- la figura levantó los hombros y pareció sonreír. Algo tiró del cuello de mi camisa, mis pies trastabillaron, cuando abrí los ojos, me encontré en el medio de la habitación y el halo de luz había desaparecido. Lo veía danzando a mí alrededor, emitiendo gruñidos como canticos de grandeza. Eso estaba aquí por mí. -¿Tienes miedo, Tom?- preguntó en voz alta, haciéndome saltar - No- se burló entre dientes. -¿Escuchas eso?- dijo con tono calmo, refiriéndose al sonido de las ramas sobre la ventana- es el sonido de tus miedos, quieren salir de donde les ocultaste- -¿Tu que sabes? No me conoces- -Oh! Querido Tom, claro que lo hago…- Me encogí de hombros al sentir su mano contra mi hombro, me sujetó con fuerza clavando sus uñas en mi carne. –Yo conozco tus miedos- Intente separarme, pero no me lo permitió era demasiado fuerte o yo demasiado débil. -¿Tienes miedo, Tom?- -No- -Te lo preguntare una vez más- dijo con impaciencia- ¿Tienes miedo?- -Si- respondí con lentitud. Él sonrió con sutileza y se apartó de mi lado -¿De qué?- -No lo se- -¡Claro que lo sabes Tom!- Eso, estaba comenzando a perder la paciencia -¡No lo sé!- -Piensa por un momento, aunque eso se te sea difícil- una vez más se burló entre dientes, pero extrañamente no me molestaba -No estoy seguro- -¿De mí?- -Si- pude sentir su respiración detrás de mí oreja -¿Por qué, Tom? Quiero que lo digas- -Porque…tú vienes aquí a cumplir mi mayor miedo- Se detuvo frente a mí y me miró con sus grandes y penetrantes ojos negros. Un sonido de quebradura creó eco en la habitación, la piel de su desnuda espalda se deformó al instante, cortándose justo por en medio, donde sus huesos comenzaron a asomarse y de su columna emergieron extensiones robustas y blanquecinas que pronto se cubrieron completamente con un plumaje negruzco y brillante. Mostró aquellas extensiones con orgullo, exponiéndose entre la oscuridad, era tan hermoso y atemorizante a la vez. Las extensiones se estiraron hasta mis lados. -Es hora de que pertenezcas a este plumaje, Tom- una sonrisa de dibujó en sus labios y enseguida todo se tornó negro.